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El dolor musculoesquelético, incluidos los espasmos musculares, representa un desafío frecuente en la práctica clínica habitual. Se ha informado que casi el 47% de la población ha experimentado uno o más episodios de esta condición, independientemente de la edad, el sexo o el nivel socioeconómico. Además, entre el 39% y el 45% de las personas con dolor musculoesquelético presentan problemas crónicos que requieren atención médica especializada. Si no se trata de forma óptima, puede afectar significativamente la calidad de vida de los pacientes.
Gracias a una mayor concienciación, los calambres musculares asociados al ejercicio se han convertido en un episodio relativamente común en diversos deportes y actividades físicas, e incluso en la población general. El inicio repentino del espasmo y el dolor suele ser impredecible, mientras tanto, la intensidad y la duración de los espasmos musculares son muy variables. Por consiguiente, pueden durar desde unas pocas horas hasta días o incluso meses, afectando las actividades diarias.
Los espasmos musculares se producen cuando un músculo sufre una contracción involuntaria y violenta que no puede relajarse, a menudo debido a sobreesfuerzo, tensión, fatiga, estrés, ejercicio excesivo o deshidratación. Específicamente, estos espasmos suelen ser autolimitados y se caracterizan por contracciones sostenidas y dolorosas. No obstante, los episodios prolongados pueden tener consecuencias importantes, como absentismo laboral, aumento de los costes sanitarios y posible discapacidad a largo plazo.
El ciclo espasmo-dolor-espasmo es una teoría ampliamente aceptada que sugiere que los espasmos musculares, desencadenados por un evento inicial como una lesión, pueden provocar dolor y limitación de la amplitud de movimiento. Este dolor puede causar contracciones musculares adicionales, que lo intensifican aún más. Por tanto, este ciclo puede perpetuarse y contribuir al dolor crónico, afectando significativamente la funcionalidad del paciente.
El impacto económico y social de esta afección subraya la importancia de un manejo eficaz del dolor. Los espasmos musculares dolorosos se asocian comúnmente con afecciones como lumbalgia, neuralgia, tortícolis y lumbociática. Estas condiciones suelen tratarse con relajantes musculares de acción central a corto plazo, combinados con analgésicos. Este enfoque multimodal para el manejo del dolor ha demostrado ser eficaz analgésicamente, manteniendo un perfil de seguridad sólido en diversos estudios clínicos.
Numerosos estudios han indicado que la terapia combinada produce resultados significativamente mejores que la monoterapia en el tratamiento del dolor. El tiocolchicósido, un relajante muscular con propiedades antiinflamatorias, se utiliza frecuentemente junto con antiinflamatorios no esteroideos para tratar el dolor musculoesquelético. Específicamente, este enfoque sinérgico aprovecha los mecanismos de acción complementarios, proporcionando un alivio más eficaz para afecciones como la artritis, los espasmos musculares y las lesiones de tejidos blandos.
Se realizó una revisión sistemática, y la búsqueda bibliográfica reveló siete estudios, con 1137 participantes, que cumplían los criterios de elegibilidad de un total de 833 resultados. La terapia combinada con tiocolchicósido con AINE parenteral redujo significativamente la intensidad del dolor. Además, se observaron mejoras sustanciales en la funcionalidad y movilidad de los pacientes tratados con esta combinación terapéutica.
En conclusión, el conjunto de resultados permitió a los investigadores determinar que la terapia multimodal, que incluye el tiocolchicósido con AINE parenteral, proporciona un alivio del dolor más rápido y eficaz. Por consiguiente, reduce los espasmos musculares y mejora la distancia mano-suelo en comparación con el uso de AINE o tiocolchicósido solos. Este estudio fue publicado en el World Journal of Orthopedics en agosto del 2025.
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